Hoy teníamos ganas de escuchar algo español, con guitarra y castañuelas, y nos hemos ido a una de las páginas más deliciosas de nuestra música dieciochesca: el célebre Fandango, que Boccherini incluye en uno de sus quintetos con guitarra, baile de "enorme lascivia" al decir del aventurero italiano Giaccomo Casanova, y que a mí, en la clase, rodeada de mis alumnos y con la lluvia cayendo suavemente, me produce una especie de languidez..
Hemos proyectado dos o tres bellísimas mujeres que Goya pintó por la misma época (por ejemplo, la Duquesa de Osuna, que le encargó la encantadora zarzuela La Clementina, con un personaje femenino tal vez inspirado en ella...), la Maja -vestida y desnuda- o la Marquesa de Lazán.
Y también hemos visitado virtualmente el cuadro que, hoy en Italia, muestra a Boccherini con la familia del infante Don Luis y que fue pintado por Goya en el lugar al que habían desterrado al infante, en Arenas de San Pedro (Avila).
En el retrato, que hemos podido ver hace poco en el Palacio Real -cosas de los intercambios pictóricos- vemos a Goya pintando, a una niña preciosa que luego sería la infeliz Condesa de Chinchón, casada con Godoy, cuyos ojos tristes nos saludan desde el Prado; al infante don Luis y a su mujer, Doña Teresa de Vallabriga, sentados a la mesa; a la derecha, se discute sobre quién podría ser Boccherini de los que quedan. Yo me quedo con el más alto y señorial, que mira fijamente al infante. That´s my option!
(Os recuerdo, ya lo dijimos en clase, que Boccherini vivió aquí, en Boadilla del Monte, como músico de la corte al servicio del infante Don Luis de 1770 a 1776, y que fue aquí, en Boadilla, en donde compuso más de cien obras y el celebérrimo Minuetto del Quinteto nº 5 del op. 11 que tantas veces habréis escuchado).